Actualmente a la agricultura orgánica, biológica, biodinámica o natural, se
denomina agricultura ecológica y es regulada para controlar su calidad.
Agricultura ecológica (Toprural)
Hasta mediados del siglo XIX, se utilizaba la
fertilización orgánica, ya que la agricultura se basaba en la experiencia y se
tenía mucho en cuenta las características ecológicas y culturales del lugar.
Pero en esos años se comenzó a utilizar los abonos químicos, debido a la
comercialización a nivel mundial de abonos de síntesis, nitrato de Chile y
otros.
En el año 1938 y con la aparición del DDT se inicia la
creación de fitosanitarios, y poco después un amplio abanico de insecticidas,
herbicidas y fungicidas. No obstante, la proliferación más acusada de la
agricultura tradicional tiene lugar en los años 40 y 50, cuando los
agricultores comienzan a reducir costes y mano de obra a través de mecanización
y productos químicos, debido a una grave crisis por la bajada de precios en el
sector.
Llegamos así hasta la actualidad, en que la intención
de retomar lo más natural y saludable para las personas y la naturaleza, ha
conducido hasta la cifra de cientos de miles de hectáreas de cultivos de
agricultura ecológica en todo el mundo.
¿Cómo funciona la
agricultura ecológica? Diferencias con la tradicional
Uno de los principales puntos de este tipo de
agricultura es el respeto al entorno, utilizando como modelo la propia
naturaleza, de la que extrae la información junto con conocimientos técnicos y
científicos.
Su fin es producir unos alimentos sanos, con la máxima
calidad y en suficiente cantidad, sin utilizar para ello sustancias o residuos
perjudiciales para la salud y que resten capacidad alimenticia.
En síntesis, la agricultura ecológica se basa principalmente
en el uso racional de los recursos y la eliminación de los productos químicos
en los cultivos.
En cambio, en la agricultura tradicional se utilizan abonos
y fitosanitarios de síntesis química, que, según fuentes de agricultores ecológicos,
organizaciones ecologistas y más profesionales, además de perjudicar la calidad
nutritiva del producto y por ende la salud del consumidor final, dan lugar a la
degradación del suelo, el agua y el aire.
La agricultura ecológica, además de no utilizar
ninguno de estos métodos ni productos, aprovecha el potencial productivo del
suelo, manteniéndolo como un sistema vivo y mejorando su fertilidad natural.
Como ejemplo, la agricultura ecológica utiliza
variedad de setos, hierba bajo los frutales, abonos verdes, vegetación de
márgenes y ribazos, con lo que genera ecosistemas ricos y de gran valor
ambiental.
Al mismo tiempo se crean sistemas equilibrados, en la
que crecen plantas fuertes y sanas, en la que los propios procesos naturales y
la resistencia de los cultivos son suficientes para evitar plagas y
enfermedades.
Naranjos ecológicos en Valencia (Lola Sancho)
Calidad nutricional de
los alimentos ecológicos
El contenido de agua en los alimentos frescos de la
agricultura tradicional, aumenta considerablemente al emplear abonos químicos,
sobre todo los nitrogenados, productos que también desequilibran la nutrición
de las plantas, reduciendo su contenido en minerales y acumulándose sustancias
tóxicas en los alimentos, como nitratos y residuos de plaguicidas, además de generar una
gran contaminación ambiental.
En cambio, los productos ecológicos al no utilizar
este tipo de productos, contienen más cantidad de minerales, tales como el
magnesio, potasio, calcio y hierro, así como muchas más proteínas asimilables
convirtiéndolos en alimentos muy buenos para mantener la salud, ya que sumamos
a la no ingestión de productos nocivos adheridos al alimento, mayor nutrición y
aporte de minerales.
Medio ambiente,
agricultura y ganadería ecológica
La
eutrofización, o muerte biológica de lagos y pantanos, se debe en gran medida a la actividad
agraria tradicional, con el uso de abonos y los residuos que origina la
ganadería.
Abonos químicos utilizados en la agricultura
tradicional como el nitrógeno, los fosfatos, plaguicidas, entre otros, son la
principal causa de contaminación de las aguas dulces. Concretamente el
nitrógeno es uno de los principales contaminantes de las aguas subterráneas, ya
que las plantas aprovechan solo el 50% del nitrógeno y el exceso se pierde con
el riego que va a parar al subsuelo.
¿Qué ocurre con este proceso? Pues que mantos
acuíferos, ríos y embalses se contaminan y, por tanto, el agua destinada al
consumo humano también.
Por otra parte, el elevado consumo de energía para
fabricar abonos y plaguicidas químicos son, a su vez, otra fuente de
contaminación y agotamiento de recursos naturales. Todo ello unido al deterioro
de la estructura del suelo y de sus componentes físico-químicos, que produce el
abono químico, lo que provoca una pérdida de fertilidad y mayor riesgo de
erosiones en la tierra de cultivo.
Por tanto, parece ser que en la agricultura ecológica está el futuro, ya que estamos llegando a límites de
contaminación y transformación de alimentos importante. Asimismo parece razonable informarse sobre su
utilización y consumo, ya que probablemente ayudará a cuidar nuestra salud y el
medio ambiente.